Hace 50 años despegaba desde Cabo Cañaveral (ahora Cabo Kennedy) el cohete que colocaría en órbita a uno de los satélites útiles que cambió la historia de la humanidad. Si bien Rusia había dado el primer paso en la historia satelital, el TIROS I fue el primer satélite meteorológico considerado “útil y funcional”. Diseñado para testear técnicas de captura de imágenes y de patrones meteorológicos desde su órbita alrededor de la Tierra, el mundo asistió embelesado a la llegada de la primera imagen, borrosa por cierto, de formaciones nubosas sobre los Estados Unidos. Una imagen captada pocos días después reveló un tifón aproximadamente a mil kilómetros al este de Australia. Comenzaba allí la historia moderna de la meteorología.
El primer día de abril de 1960, a bordo de un cohete Thor-Able, la NASA lanzaba el primer satélite meteorológico dando inicio a una nueva era de observaciones del planeta Tierra, en este caso desde el espacio. A partir de este hito tecnológico, la humanidad pudo observar desde las alturas su hábitat y comprender mejor su belleza y fragilidad. El satélite tenía la capacidad de adquirir imágenes de las nubes que cubrían gran parte del planeta. Llevaba consigo dos cámaras de televisión compactas con lentes denominados “gran angular”, dos grabadoras de video para almacenar fotografías cuando el satélite quedaba incomunicado (hasta 32 imágenes), un sistema de comunicaciones que permitía su telemetría y control, cohetes de combustible sólido para el control de giro y una poderosa fuente de alimentación con baterías recargables de Níquel-Cadmio. Estas baterías se recargaban a través de los 9200 paneles solares que cubrían casi todo el exterior de la nave y que eran capaces de proveer una potencia de hasta 19Watts.
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